"Los que más tienen son los peores": duro relato sobre Maru Botana y su esposo
El terrible relato de la empleada que denunció al marido de Maru Botana por acoso y la elevada cifra económica que acordaron. El escalofriante relato de la empleada que denunció al marido de Maru Botana y cuánto dinero que le pagaron tras la demanda.
"Cosa de ricos; así son; los que más tienen son los peores; se creen que la plata los hace superiores", los mensajes en las redes sociales fulminaron a la pareja de la pastelera y a ella por consiguiente.
El caso explotó con fuerza y dejó al descubierto una trama mucho más oscura de lo que se creía. La denuncia contra el marido de Maru Botana no sería un hecho aislado ni repentino: según se reveló en las últimas horas, el conflicto llevaba tiempo gestándose en silencio, hasta que finalmente salió a la luz con detalles que generan un fuerte impacto.
De acuerdo a lo que se contó al aire, todo comenzó cuando una mujer se contactó con el programa para contar que se sentía hostigada de manera constante por el esposo de la reconocida pastelera. En aquel momento, la denunciante estaba dispuesta a dar una nota pública, pero el caso quedó frenado abruptamente: hubo un arreglo judicial y el tema se apagó antes de explotar.
La situación tomó ahora una dimensión mucho más grave. La mujer era empleada del emprendimiento gastronómico de Maru Botana, ubicado en la calle Echeverría, y terminó llevando el caso a la Justicia. En la demanda no solo reclamó deudas salariales, sino que apuntó directamente contra Bernardo Solá, el marido de la cocinera, por acoso y hostigamiento laboral.
El momento más duro llegó cuando se leyeron fragmentos del escrito judicial. Allí se describe una conducta reiterada que habría generado un clima laboral asfixiante. Según consta en la denuncia, Solá observaba de manera insistente partes específicas del cuerpo de la denunciante y de otras trabajadoras, algo que les provocaba incomodidad, miedo y vergüenza.
El relato va aún más allá y expone las consecuencias emocionales de ese supuesto accionar: la empleada aseguró que llegó a dejar de maquillarse y a presentarse "más desprolija" en el trabajo, con el único objetivo de evitar miradas que sentía invasivas. Un detalle que refuerza la idea de un hostigamiento sostenido y no de un episodio aislado.
Desde el punto de vista legal, el caso avanzó hasta un acuerdo económico. Según se explicó, los abogados de las partes cerraron un acuerdo transaccional, solicitaron la homologación judicial y se realizó un pago que incluyó un embargo previo, que luego fue levantado.
El dato que terminó de sacudir todo fue la cifra: la denunciante reajustó el monto de su demanda, con intereses incluidos, hasta alcanzar 50 millones de pesos. Los demandados aceptaron pagar esa suma sin reconocer los hechos, aclarando que lo hacían únicamente "al solo efecto conciliatorio".
Un cierre judicial que no borra el peso del testimonio ni las preguntas que quedan flotando. Porque más allá del acuerdo millonario, el relato de la exempleada dejó al descubierto una historia de silencios, incomodidad y miedo que ahora sacude de lleno al entorno de una de las figuras más populares de la cocina argentina, detalla Contexto.


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