Salió a bailar con sus amigas y no volvió: el triste de final de la muchacha
La joven de 16 años salió a festejar con sus amigas y se topó con la desgracia.
En la madrugada del 20 de abril de 1997, la localidad madrileña de Algete quedó marcada por uno de los crímenes más brutales de la historia reciente de España. Ese día, vecinos hallaron en un descampado el cuerpo de Eva Blanco, una estudiante de 16 años que había salido con sus amigas a una fiesta y nunca regresó a su casa.
El asesinato se convirtió en un enigma policial que tardó casi dos décadas en resolverse.
La noche en que desapareció Eva Blanco
Eva salió de su casa a las 17:00 para encontrarse con amigos y, más tarde, asistir a una fiesta en la Urbanización Valderrey. Según su mejor amiga, la acompañó hasta su casa a las 23:45 y desde allí debía volver a la suya. Sin embargo, la adolescente tomó un camino distinto al habitual y nunca llegó.
Horas después, un vecino encontró su cadáver al costado de una ruta. La escena era espeluznante: presentaba 20 puñaladas (19 en la espalda y una en un dedo) y rastros de una agresión sexual.
La autopsia determinó que la muerte ocurrió entre las 2 y las 4 de la madrugada. El caso generó conmoción nacional y puso en marcha una investigación sin precedentes en España.
Una investigación sin respuestas
La Guardia Civil trabajó durante años en distintas hipótesis. Los investigadores sospechaban que Eva conocía a su agresor, ya que era una joven precavida con los desconocidos. Se realizaron más de 2000 pruebas de ADN y se investigó a unas 5000 personas con antecedentes por delitos sexuales, pero los resultados fueron infructuosos.
El crimen de Eva Blanco se transformó en uno de los misterios más grandes de la crónica negra española.
El avance forense que cambió todo
En 2013, el caso se reabrió con nuevas técnicas de genética forense. El ADN hallado en la escena reveló un dato clave: el perfil genético correspondía a un hombre magrebí.
Al cotejarlo con familias residentes en Algete, surgió una coincidencia con la familia de Ahmed Chelh Gerj, un ciudadano marroquí que había vivido en la zona en los 90 y se había mudado a Francia.
En octubre de 2015, Ahmed fue detenido en Pierrefontaine-les-Varans, Francia, y extraditado a España. Su arresto significó un alivio para la familia de Eva, que llevaba 18 años esperando respuestas.
El inesperado final del acusado
Ahmed ingresó en la cárcel de Alcalá-Meco a la espera de juicio, pero en mayo de 2016 fue encontrado muerto en su celda. La versión oficial indicó que se había quitado la vida, dejando el caso sin una sentencia firme.
"Ahora, al menos, sabemos quién fue", declaró la madre de Eva al conocer la detención. Para los padres, la resolución significó un cierre parcial: encontraron al responsable, pero no hubo condena judicial.
Un crimen que España no olvida
El femicidio de Eva Blanco continúa siendo recordado como uno de los casos criminales más impactantes de España. Su historia expuso las limitaciones de la investigación policial en los años 90, pero también demostró el valor de la ciencia forense para lograr justicia, aunque sea de manera tardía.


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