Cómo usar el papel de diario para no pasar tanto frío
Se puede usar en los pies, en el pecho y en la espalda.
En los días más crudos del invierno, cuando las bajas temperaturas se sienten hasta los huesos, cualquier recurso que ayude a conservar el calor se vuelve valioso. Uno de los materiales más accesibles, económicos y eficaces para combatir el frío es el papel de diario. Aunque muchas veces se lo considera un simple residuo, sus propiedades físicas lo convierten en un aliado inesperado para quienes buscan abrigarse con lo que tienen a mano.
El papel de diario es blando, maleable y fácil de cortar. Estas características permiten adaptarlo al cuerpo con gran facilidad. Una de las formas más comunes de usarlo es como plantilla dentro del calzado: recortado en forma de suela, actúa como una capa extra que aísla los pies del contacto directo con superficies frías. También se puede colocar alrededor del pie o sobre los calcetines, generando un pequeño microclima que retiene el calor corporal.
Otra manera efectiva de usarlo es como chaleco improvisado. Basta con cortar una hoja grande de papel en forma de camiseta o rectángulos que cubran el pecho y la espalda, y colocarlos por dentro de la ropa. Al estar en contacto con el cuerpo, el papel atrapa el calor, evitando que se pierda y manteniendo una temperatura más estable. No ocupa mucho espacio, no molesta al movimiento y puede ser descartado o reemplazado fácilmente si se humedece.
Lo que hace especial al papel de diario es su textura porosa y su capacidad de generar una barrera de aire entre el cuerpo y el entorno. Esa pequeña capa de aire que queda entre la ropa y el papel actúa como aislante térmico natural. Además, al ser un material que no es compacto ni sellado, permite cierta transpiración, evitando la acumulación de humedad. Por eso, aunque simple, este recurso ha sido usado durante décadas por personas en situación de calle, trabajadores expuestos al clima y hasta soldados en épocas de guerra.
Comentarios