No se salva nadie

Jefe policial se hizo el piola, creyó que había ganado pero cayó en manos de esta viuda negra

El encuentro empezó como una aventura nocturna cualquiera y terminó en uno de los robos más audaces .

QPJ Policiales

El encuentro empezó como una aventura nocturna cualquiera y terminó en uno de los robos más audaces registrados en Puerto Madero. La mujer se hacía llamar "Ayelén". Tenía 25 años, ojos color miel, un tatuaje de corazón en la muñeca y el desparpajo suficiente como para levantar a un empresario en seguridad -y comisario de alto rango- con apenas unas horas de chat en Tinder.

Lo citó en Parque Lezama. Él llegó en su Alfa Romeo, confiado y dispuesto a impresionarla. Juntos fueron a cenar al restaurante AlPorto, sobre Olga Cossetini, donde compartieron una comida que parecía el inicio de un encuentro casual. Nada en su actitud anticipaba lo que estaba por ocurrir.

Cerca de la medianoche se dirigieron al departamento del comisario, ubicado en el mismo edificio donde funciona su empresa de tecnología de seguridad. En el camino pasaron a comprar bebidas. Ya en el departamento, la joven preparó tragos. Él aceptó una copa sabor maracuyá. Ella, en cambio, no probó el suyo.

A los pocos minutos, todo se volvió difuso. El hombre cayó al piso mientras la joven lo observaba. Cuando recuperó parcialmente la conciencia, dos desconocidos lo estaban atando de pies y manos. Un cuchillo en la garganta y amenazas de muerte terminaron de inmovilizarlo.

La banda actuó en cuestión de minutos. Se llevaron celulares, un reloj inteligente, las llaves del Alfa Romeo, ropa y zapatillas. También un arsenal: seis pistolas Glock de distintos calibres y un revólver Taurus .357. Finalmente, tomaron su credencial policial. "Ayelén" salió por la puerta principal como si fuese una clienta más con bolsas de compras.

Horas después, el comisario logró liberarse y fue asistido por su familia, que lo trasladó a un hospital. Los médicos diagnosticaron que había sido víctima de una intoxicación provocada por terceros.

Lejos de esconder el episodio, denunció el hecho. La causa quedó en manos del juez Edmundo Rabbione. Los investigadores de la Policía de la Ciudad analizaron las cámaras del edificio y descubrieron que la joven prácticamente no había intentado ocultarse. Sus tatuajes -el corazón en la muñeca, flores en el hombro y un nombre, "Leonel", en la espalda- coincidían con los del video.

El seguimiento de las cámaras y el rastro de uno de los teléfonos robados permitió localizarla. El 3 de octubre de 2024 la detuvieron en su vivienda en la zona periférica de la Villa 21-24. Su identidad real salió a la luz: Mónica Araceli Borba Amarilla, de nacionalidad paraguaya.

La mujer fue enviada al penal de Ezeiza. Intentó obtener prisión domiciliaria, propuesta en la que sus padres se ofrecieron como garantes, pero la Justicia la rechazó. El Tribunal N.º 22, con el juez Guillermo Friele, la condenó el 5 de septiembre a seis años de prisión. La pena unificó varios hechos: Borba había participado en otros cinco robos, algunos también cometidos con el método del trago adulterado.

Comentarios

Tucomentario

Nombre

Más de Policiales