Milagro

Carlos pasó 48 días internado por COVID-19, estuvo en coma y perdió 30 kilos

Tuvo neumonía, encefalitis, dos ataques epilépticos y alucinaciones severas.

QPJ SOCIEDAD

Carlos Pérez Collazo tiene 38 años y vive en Moaña (Pontevedra) España. Es ingeniero minero con especialidad en energía, tiene un máster en energías renovables y un doctorado en energías renovables marinas. Pero hoy todos esos honores académicos, pasaron a un segundo plano: después de haber conseguido sobrevivir al COVID-19, asegura que haberse recuperado de un cuadro tan grave es el mayor logro de su vida.

"Me internaron el 21 de marzo y el 8 de mayo me dieron el alta. Fueron 48 días hospitalizado, 38 días de aislamiento, 4 semanas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y 3 semanas en coma. Tuve neumonía, encefalitis, dos ataques epilépticos, alucinaciones tremendas y perdí 30 kilos", cuenta en una entrevista con Infobae.

-¿Cuándo empezó con los síntomas?

-Empecé con un resfriado pero sentía que era algo más. Eso fue el 17 de marzo, el 14 ya se había decretado en España el fin del estado de alarma. Me sentía mal, así que llamé al servicio de salud gallego pero estaba colapsado. Tengo 38 años, una hipertensión muy ligera y controlada y, hasta que me enfermé, tenía sobrepeso. Ahora peso 30 kilos menos. Me dolía la cabeza, pero sentía un dolor muscular y en las articulaciones que era brutal. Con el correr de los días, empecé con un picor en la garganta, me costaba respirar y tenía una fiebre que no bajaba de 38 grados. Estaba muy fatigado y no podía descansar.No notaba tanto la dificultad para respirar, como realmente la tenía.

-¿Cuándo decidió ir hasta un hospital?

-El sábado 21 de marzo fui al hospital con mi auto, pensando que iba a volver a mi casa en una horas, y me hicieron las pruebas. El resultado de la PCR iba a estar en dos días, pero me hicieron una placa y me dijeron que me quedaba internado porque tenía neumonía.

-¿Cómo se desencadenó la enfermedad?

-Por la neumonía me ingresaron y me pusieron oxígeno. Al día siguiente, me sentía más recuperado. Pero, apenas 24 horas después de eso, las enfermeras entraron y me dijeron que mi grado de saturación de oxígeno estaba en un 80%. Esa mañana me sentía muy mal y la prueba de PCR dio positiva. Vino el médico y me dijo que le avisara a mi familia, porque me iban a llevar de inmediato a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Alcancé a mandarles un WhatsApp. Me sedaron, me llevaron a la UCI y me pusieron boca abajo en la cama. No me acuerdo de nada, pero hace unos días me lo contó ese médico.

-¿Qué pasó por su cabeza cuando le dijeron que tenían que llevarlo a la UCI?

-Lo tengo muy claro porque se lo dije a un amigo: ‘Hasta ahora fue cuesta arriba, pero ahora empiezan los baches'. Soy una persona optimista y no pensaba en la muerte. El 23 de marzo, me indujeron en coma y me intubaron. Así estuve dos semanas. El 29 le dijeron a mis padres que, el 90 % de las personas que tuvieron mi cuadro, no han salido con vida.

-¿Qué recuerda de esos días?

-A partir de ahí, empecé a recuperarme. El 5 de abril me sacaron del coma y me dejaron despierto en la UCI por una semana más. Me acuerdo de modo borroso de mi paso por ahí, pero tengo el recuerdo de la gran labor de los médicos y enfermeros que se desvivían por cuidarnos: con el gran trabajo que tenían usando los epis y los equipos de protección, que llevaban para no contagiarse.

-¿Cómo fue la recuperación?

-En la UCI comencé la rehabilitación y para Semana Santa me subieron a la planta de aislamiento. Allí, tuve dos crisis de epilepsia y me tuvieron que volver a llevar a la UCI. El 12 de abril, me tuvieron que volver a intubar. Lo llamaron a mi padre para avisarle y me dejaron otra semana más. Volví a mejorar y me regresaron a la planta de aislamiento. Después de 38 días de estar internado, la PCR dio negativa, me declararon libre del virus y me pasaron a una planta normal sin aislamiento: por fin pude volver a ver a mis padres.Pasé otros 10 días más en el hospital recuperándome y el 8 de mayo me dieron el alta. Así que pude volver a casa, para seguir con la recuperación.

-Además de la neumonía, tuvo otros graves problemas...

-Sí, aparte de la neumonía, tuve una encefalitis en el lado izquierdo y una miopatía, así que la degeneración muscular que tenía era brutal. Ni en la UCI, ni en la planta de aislamiento, podía girarme en la cama sin ayuda. Perdí toda la musculatura y la movilidad. Bajé 30 kilos y tenía toda la parte derecha del cuerpo paralizado, como si tuviera una embolia. No podía mover el brazo derecho, no tenía pulso. Tampoco podía abrir las piernas, solo doblarlas. Me había quedado sin abductores. Para levantarme de la cama se necesitaban dos personas y una grúa. Me costaba muchísimo hablar, porque tenía la parte derecha de la boca y de la cara dormida.

-También tuvo alucinaciones

-Todo el tiempo que estuve en la UCI lo pasé con alucinaciones, al punto que había una señora que estaba a dos camas de la mía y yo le hablaba en inglés, pensando que era la reina Isabel de Inglaterra. Luego, en la planta de aislamiento, pensaba que el fisioterapeuta era mi primo. Me dijeron que las alucinaciones fueron por la medicación y, también, por la encefalitis. Esa parte fue graciosa cuando los médicos se la contaron a mis padres. Los llamaron para animarlos y decirles que todo el tiempo hablaba con la reina (risas). Las alucinaciones que tuve dan para escribir un libro: en eso estoy. Anoté todas mis memorias, con cada una de las cosas que me fueron pasando, día por día.

-Nunca pudo ver a su familia personalmente, pero ¿pudo hacerlo a través de videollamadas?

-No sé cómo pero terminé con mi celular en la UCI. Lo miraba y había unos 200 mensajes sin responder. Intentaba contestarlos pero no podía aguantar el peso del móvil, no podía escribir y no tenía coordinación para poder usar el teléfono. A veces, ni siquiera podía mirar la pantalla. Tanto en la UCI como en planta, y gracias a las enfermeras, pude conectarme con mi familia y mis amigos por videollamada al menos un poco, porque no me sentía en condiciones de hablar.

-¿Sabe cómo se contagió?

-Primero, pensé que me había contagiado en un grupo de inglés, al que voy todas las semanas en Vigo. Pero, cuando vi que ahí no hubo contagios, pensé en mis vecinos del piso de abajo: la mujer estuvo contagiada y la crucé varias veces en el ascensor, en las semanas previas a que se declarara mi enfermedad. Creo que el contagio vino por ahí. En ese edificio vivía solo, pero desde que tuve el virus, estoy viviendo con mis padres.

-¿Como fue el reencuentro con sus padres?

-Para ellos, esto fue muy duro y el reencuentro fue muy emocionante. Lamentablemente, mi madre, de 62 años, también se contagió el virus pero lo pasó en su casa, con mi padre de 68 años, mi abuela de 95 y mi hermano de 36. Ahora, estamos esperando el resultado de las pruebas. Mi madre se contagió por mí. Tuvo síntomas pero no estuvo tan mal, así que pudo quedarse en la casa aislada por 14 días.

-¿Qué le dijeron sobre la inmunidad, ahora que ya tuvo el virus?

-Lo de la inmunidad aún está en estudio. Me van a hacer pruebas cada tres meses y me toca la primera la semana que viene. Me dijeron que haga vida normal y que siga con la rehabilitación. En un mes, pude dejar el bastón y ahora me siento recuperado.

-¿Qué recuerdo tiene de los médicos y enfermeros que le salvaron la vida, poniendo en riesgo la de ellos?

-Nunca podré estar lo suficientemente agradecido por el trabajo que hicieron, y por todo el esfuerzo y la situación que pasaron. El equipo humano fue muy bueno, solo tengo palabras de agradecimiento. Me gustaría que la gente tomara conciencia de que este virus no es una broma, que es muy grave y que no es un resfrío como muchos creen. Por eso, quiero escribir mis memorias, para aportar mi granito de arena y agradecerles a los que me salvaron la vida.

-¿Qué siente ahora cuando ve que hay gente no cumple con los recaudos de prevención, después de todo lo que vivió?

-Hace unos días fui a tomar un café a un paseo marítimo y llevé mi mascarilla. Veía como todo el mundo me miraba como si fuera un bicho raro. Me dio muchísimo enojo, porque además, era uno de los primeros días que salía de casa. Eso me decidió a compartir mi historia cuando me lo propusieron. Creo que aquí, luego del confinamiento más fuerte, se habló mucho de los muertos y del virus pero no se mostró la crudeza real de lo que pasaba. Vivimos en una sociedad que está acostumbrada a que, ante la mínima crudeza, se la esconde. Para mí, no se le dio la relevancia que tenía, ni se mostró la magnitud de lo que estaba pasando. La información fue muy light y siento que nos trataron como a niños, en vez de darnos toda la información que se necesitaba saber. Eso no ayudó a tomar conciencia del verdadero peligro al que nos enfrentábamos.

-¿Qué enseñanza le dejó esta experiencia tan dramática?

-La neuróloga me dijo que, haber salido de esta enfermedad como lo hice y haber quedado casi sin secuelas, es el mayor logro de mi vida. Ni mi carrera, ni mis títulos, ni mis masters: este es mi mayor logro. La vida son dos días y hay que vivirlos al máximo. Hay que disfrutar de la gente que te conoce y que te aporta, de tu familia, de tus amigos, de las cosas que tienes... Hay que aprovechar la vida al máximo.

-¿Siente que volvió a la vida de milagro?

-Lo tengo claro después de la frase que los médicos le dijeron a mi padre: que el 90% de las personas que tuvieron mi cuadro no habían podido salir. Estoy vivo de milagro.

-¿Cómo ve la nueva normalidad?

-Es complicado. Yo no pasé por el encierro porque estuve internado 48 días. Toda la psicosis del contagio y de estar aislado en casa no lo viví. Cuando salí del hospital, fue cuando se empezó con la desescalada. Pero veo que no es fácil y que vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con esto una temporada. No va a ser lo mismo que al principio, porque nos tomó completamente desprevenidos, y no nos contaron completamente lo que estaba pasando. A todos los países les costó reaccionar, no solo a España.

-¿Y el tema de los rebrotes en España?

-Si bien están creciendo nuevos rebrotes, creo que no va a ser lo mismo. Ahora se han tomado medidas y todo será de otra manera. Pero tenemos que tener en claro que vamos a tener que vivir con esto: ser conscientes como sociedad que hay cosas que antes hacíamos y que, por el momento, no vamos a poder realizar.

-¿En qué se apoyaba y en quién pensaba cuando estaba internado y tenía un poco de lucidez?

-En todos mis amigos, porque tengo muchísimos en todo el mundo. Apenas me empecé a sentir mejor, estaba todo el tiempo con el celular en la mano haciendo videollamadas y gran parte de la recuperación ha sido por ellos. Un viernes, los médicos me dijeron que tratara de empezar a hablar para mover la glotis, porque casi no podía comunicarme. Entonces, empecé a llamar a todos mis amigos. El lunes, nadie podía creer lo bien que me habían hecho esas conversaciones. Ya hablaba perfecto y me sentía mucho mejor.

-¿Teme volver a contagiarse en un futuro, si llegara a perder la inmunidad?

-No pienso en eso: tengo respeto pero no miedo. Esa es mi filosofía. A los que no se cuidan, les digo que esto no es una gripe y que pueden tener consecuencias muy serias. Usen mascarilla, porque están jugando con su vida, pero también, con la del resto de la gente.

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