Un energúmeno

Asesinó a su papá, lo descuartizó y se lo comió en un guiso a la provenzal

Lo cocinó en una olla sobre una salamandra. El olor era nauseabundo.

QPJ JUJUY

Un domingo frío de invierno hace 14 años, Raúl Ernesto Piñel recibió a los oficiales que llamaron a su puerta con una sonrisa inquietante en la cara y las manos ensangrentadas. Las paredes, el piso, todo a su alrededor, mostraba los restos del horror mientras una olla todavía humeante sobre la salamandra despedía un olor nauseabundo. Pasó en 2008 en provincia de Buenos Aires.

"Ahora lo tengo bien adentro", respondió el hombre de 33 años cuando la policía le preguntó dónde estaba su padre, el dueño de la vivienda. Piñel quedó detenido y en ese mismo instante también nació la leyenda: se convirtió en el "caníbal de Daireaux".

"No tenemos dudas de que este hombre se comió el corazón y los riñones de su padre. Solo se encontraron algunos restos en la olla", aseguraron los investigadores. Esas partes habían sido fileteadas y salteadas a la provenzal. El resto de la víctima, vísceras y trozos de la columna vertebral, se podían observar a simple vista desparramados por el domicilio de la calle Antártida Argentina, entre Saavedra y Moreno, como si se tratara de un museo grotesco de lo macabro en esa localidad de 10 mil habitantes ubicada 400 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires.

La noche anterior al crimen, la madre del homicida volvió a su casa y no encontró a su hijo. Casi al mismo tiempo Raúl se aparecía en la casa del padre con la intención de pasar ahí la noche. Se ofreció a preparar la cena y Raúl Prudencio Piñel, que en ese momento tenía 57 años, aceptó la propuesta sin imaginar el horror.

Nadie supo nunca con certeza qué fue lo que pasó esa noche entre ellos dos. Lo que sí se pudo probar fue que Piñel golpeó a su padre, lo degolló y lo descuartizó con un cuchillo Tramontina. Después, picó el corazón y los riñones del hombre y se preparó un guiso a la provenzal.

El macabro asesinato salió a la luz al día siguiente, cuando un vecino desprevenido pasó por la casa con la intención de tomar unos mates con Piñel padre. Se sorprendió cuando en lugar de su amigo fue el hijo de éste quien le abrió la puerta y se horrorizó cuando advirtió que había sangre en el piso. Lo golpeó el olor nauseabundo que provenía de la estufa.

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