Era piquetera, ahora es "influencer sexual": vende sexo por pantalla y es millonaria

Del cantante famoso que la imitó en Tik Tok al mes que más dinero ganó.

QPJ Zapping

El asesinato de su mamá los dejó varios días hundidos en el desconcierto hasta que su papá decidió malvender la casita en la que vivían y alquilar otra en el barrio Obrero, en Valentín Alsina. Silvina ya había terminado el secundario cuando salió a buscar trabajo.

La tomaron primero en una fábrica de helados, después en un supermercado chino hasta que, ya siendo mayor de edad, llegó a la estación de servicio YPF en la que le dieron un uniforme: chomba y calzas blancas. Silvina se las puso y observó la reacción de los clientes cuando la veían cargar combustible.

- Para muchas personas esa es una forma de cosificar a las mujeres, sexualizarlas, ¿qué sentías vos?

- A mí me gustaba. Puede sonar raro, pero yo estaba contenta-, dice.

Fue en otra estación de servicio, porque pasó por tres, que un cliente la convocó para ser promotora en exposiciones de autos. "Ahí hice mis primeras fotos. Después me llamaron para hacer fotos de estudio, primero con vestiditos, después con bikinis hasta llegar a los desnudos".

Era 2013 cuando arrancó, estaba embarazada de su primera hija.

Se desnudaba para las lentes de otros cuando los seguidores en sus redes sociales empezaron a multiplicarse de a miles. La clave, ahí, fue su viveza: cuando se dio cuenta de que podía autogestionarse.

"Algunos seguidores me pedían fotos por privado, entonces yo me pagaba un lindo hotel, llevaba a un fotógrafo, me sacaba las fotos y las comercializaba. Yo no ofrecía nada, era todo a pedido", se pondera. "Fui una de las primeras con esto de la venta de fotos de desnudos por mensajería privada o videos eróticos, y en el 2014 con videos porno. Me pedían lo que querían ver, me grababa y los vendía".

Jura que vergüenza no siente. Que sus hijos saben la versión apta niños - "que soy influencer, modelo de bikinis, que hago videos y los subo al TikTok, no les voy a decir todo porque ellos todavía son muy chiquitos"-. Que aunque parte de su trabajo sea ofrecer videollamadas sexuales personalizadas (cuestan 6.000 pesos) no se considera una trabajadora sexual.

"No es que voy a Constitución con una cartera y la revoleo en la esquina o me paro en la puerta de un hotel a levantar clientes. Yo tengo mis seguidores y lo que hago es a través de una pantalla. Yo gano muy bien por ahí".

Además de las videollamadas en vivo y los videos que ordenó en su web según las clásicas categorías del porno ("lésbico", "sola", "interracial", "orgía", "dildo"), Silvina ofrece videos personalizados: 15 minutos a 8.000 pesos. Para hacerlos, va los fines de semana al triplex de un conocido "hotel para parejas", paga 10.000 pesos por el turno de 4 horas y graba todos los pedidos.

Por esto, y porque muchos de sus videos públicos son en la playa o entrenando en el gimnasio, es que Silvina se autodenomina "productora de erotismo". ¿Cómo se multiplican los seguidores? A veces colando un video como el del vestido dorado en esa delgada línea entre lo permitido y lo prohibido; otras, con un golpe de suerte, como cuando Mau, uno de los hijos de Montaner, se grabó imitando lo que ella hacía en el gimnasio, a pantalla partida.

Hay videos con pocas visualizaciones y otros que explotan. En una de sus cuenta de Tik Tok subió la semana un video en el que solo parece que baila en minifalda, aunque baila sin ropa interior. El video dura 5 segundos y ya tiene 2.200.000 reproducciones.

"Ahí me ven y me desean, me convierto en su fantasía y después me piden cosas por privado, ?ponete la camiseta de Argentina', por ejemplo, y yo comercializo todo, no regalo nada. Vi muchas modelos totalmente regaladas, ofreciendo videos en la ducha por 300 pesos, yo ese video lo cobro 5 lucas. Ahí está la viveza: si sos regalada o no sabés venderte te va a ir mal, si vos te hacés valer y pedís lo que realmente creés que valés, te va a ir bien".

- Y si te gusta alguien como para ponerte de novia, ¿le cobrás igual?

-Mmm, sí. Yo no regalo nada. Por lo menos al principio.

Con este mismo catsuit verde, cuenta, va a veces a buscar a sus hijos a la escuela. Dice que escucha a algunas madres cuchichear, "pero también otras se me acercan y me dicen ?qué lomo que tenés, te felicito'. Algunas entienden que una mujer puede ser ama de casa, mamá y ser sexy al mismo tiempo", piensa.

Igual, los prejuicios existen, como existían cuando era piquetera. "Mis hermanas nunca dijeron nada pero siempre se notó una pequeña molestia, como que ellas piensan que es denigrante ser lo que soy. Piensan que ellas van por el lado correcto porque una estudia enfermería, cuando el otro día en el noticiero dijeron que las enfermeras están buscando laburo en las peluquerías porque se están muriendo de hambre. La otra porque está estudiando Ingeniería en Informática, y hace siete años que está en el CBC.... o sea, ellas creen que son mejores que yo, pero a mí me va bien".

Un día bueno -saca la cuenta al aire- puede ganar 50.000 pesos; uno malo, 5.000. "Un día en cero nunca tuve", cierra, y levanta las cejas de nuevo, una forma de evocar todos los días en cero de su adolescencia. Después se despide: es jefa de hogar y, como tal, tiene que encarar las compras y el almuerzo antes de ir a buscar a sus hijos al colegio.


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