La liga de los impresentables

El interior abandonado: los intendentes impresentables de Jujuy

Falta de obras, carencia de respuestas y ninguneo a vecinos y trabajadores, el factor común de los municipios jujeños.

QPJ Política

En diciembre de 2019, las esperanzas de los jujeños se posaban en la renovación de autoridades del Poder Ejecutivo en muchos municipios, en otros la desazón de lo viejo conocido marcaba el rumbo de los años venideros. Ahora, a casi dos años de aquella asunción un factor común une lo nuevo con lo viejo en detrimento, como es costumbre, de todos los jujeños.

Haciéndonos eco de los incansables reclamos de cada vecino, uno de los principales puntos en común de la liga de los impresentables es la falta de obras en calles, la falta de limpieza de los espacios públicos, la paupérrima iluminación, la inseguridad y la carencia de respuestas pintan el cuadro completo de nuestros intendentes. Y es que si hilamos fino, en casi todos los casos la ola de reclamos que ingresa a cada intendencia, se pierde en una especie de agujero negro.

En el Palpalá de Eduardo Rivarola como en El Carmen de Alejandro Torres, los vecinos salieron a las calles a hacer lo que no están haciendo los jefes comunales. En el caso del primero, los propios trabajadores municipales nucleados en el Sindicato de Empleados y Obreros Municipales (SEOM), tuvieron que manifestarse por la falta de elementos de bioseguridad, mientras cerraban el área de bromatología por casos positivos de coronavirus.

En una oportunidad, Rivarola respondió al reclamo de los vecinos. En El Remate, los palpaleños denunciaron una obra clandestina que sería la instalación de un horno crematorio, el líder del Ejecutivo solo atinó a decir que no sabe nada.

Mientras nos preguntamos que hacen los intendentes en sus despachos, cobra fuerza el reclamo de los trabajadores que exigen el pase a planta permanente otro nexo de inoperancia. A la hora de hablar de esto, el caso más emblemático es el de La Esperanza, donde Ramón Carrizo lleva más de tres semanas con el edificio municipal tomado, pues no solo hace caso omiso al decreto de pase a planta permanente, sino que las liquidaciones contables han perjudicado por años a los jornalizados.

Sin animos de resolver nada, los intendentes transcurren sus mandatos mientras se preparan para la siguiente campaña electoral.

Blas Gallardo en La Quiaca corre con todos los problemas antes descritos y para no quedar a menos en esta liga que venimos describiendo, el intendente de la ciudad fronteriza tampoco responde. En un año de pandemia, y con una zona fuertemente golpeada el jefe comunal no amagó a resolver los enormes problemas de conectividad que sufren estudiantes y docentes. Los cortes de ruta en este municipio por el pase a planta permanente ya son un cuadro diario y las soluciones una utopía.

Entre estas líneas no puede faltar el caso de Julio Bravo, el intendente de San Pedro es un icono de la falta de respuestas. Tiempo atrás una familia llegó a manifestarse pues una trabajadora de esta intendencia, paciente de riesgo, habría sido obligada a presentarse a trabajar. Lamentablemente la joven no resistió al coronavirus y falleció. Con calles completamente destruidas, los baches de Bravo han ocasionado más de un accidente, quizás de algún modo esto impulso un supuesto plan de reparación que mantiene a los vecinos a la espera.

En la tierra del basural a cielo abierto que originó denuncias cruzadas, el Perico de Luciano Demarco, los vecinos resignados ven al jefe comunal más entretenido con el lanzamiento de su frente electoral más que con responder a los retirados reclamos. La problemática con los feriantes lo hace perfectamente comparable a Palpalá y al Monterrico de Nilson Ortega, un negocio que mueve millones pero que no suelen estar en manos de los feriantes.

Fraile Pintado, con Iván Poncio corre prácticamente la misma suerte. En el podio de casos de dengue detectados, los microbasurales y la falta de limpieza de espacios públicos crean el ecosistema perfecto para la proliferación del mosquito. Aquí, vecinos y concejales han pedido por una autobomba para el cuerpo de bomberos, pero esta se encuentra encerrada en el canchón municipal.

Bruno Monzón en Pampa Blanca, además de los reclamos vecinales, fue denunciado hasta por violencia junto a su pareja, que además es funcionaria municipal, cuando el SEOM realizaba una protesta exigiendo por los derechos para los trabajadores, el impresentable jefe comunal había decidido arbitrariamente dejar a un importante número de familias sin sus ingresos. Según se comenta por las calles de Pampa Blanca, todo se debía a un raid de acuerdos políticos.

Si bien hasta aquí solo pudimos resumir la situación de algunos municipios, esta situación se extiende por cada rincón y hasta por comisiones municipales como Huacalera. Para no hacer extensa y tediosa la lectura dejaremos para futuras publicaciones el extenso material que llega a nuestro mensajero día a día. Ciertamente, como jujeños esperamos que de algún modo el rumbo que mantiene la liga de los impresentables, alcance un destino diferente al del abandono y el olvido.

Esta nota habla de:

Comentarios

Tucomentario

Nombre

Más de Politica