Garrapatas en Jujuy:  advierten la presencia de la bacteria que produce la "Fiebre Manchada"

La Fiebre Manchada, causada por la bacteria Rickettsia y transmitida por garrapatas rurales, es una enfermedad bajo vigilancia permanente en Jujuy desde que se confirmó su circulación en la localidad de Tilquiza en 2008. El infectólogo Gustavo Echenique explicó que alrededor del 2% de las garrapatas rurales de la provincia están infectadas, y que la bacteria es altamente agresiva.

Por su parte, el infectólogo Carlos Remondegui detalló la progresión del cuadro, indicando que la picadura genera al principio solo un granito o picazón, que no es peligrosa en los primeros dos días. El verdadero riesgo aparece entre el quinto y séptimo día de incubación, cuando pueden presentarse fiebre, dolor de cabeza, malestar general y manchas en la piel (similares al sarampión).

Remondegui advirtió que, si no existe un diagnóstico oportuno, la mortalidad puede alcanzar hasta el 60%. Por ello, insistió en que, ante la aparición de manchas y dolor con antecedente de exposición, la consulta médica debe ser inmediata.

Los especialistas comunicaron que la bacteria tiene presencia comprobada en aproximadamente 10 a 12 focos dentro de la provincia, especialmente en áreas rurales como Tilquiza, Las Escaleras, Cucho, La Viña, Palma Sola y sectores del Ramal. No obstante, aclararon que no se trata de una enfermedad "explosiva" como el COVID-19, ya que los casos aparecen por periodos y se reactivan.

Recomendaciones de Prevención y Retiro

Para prevenir la mordedura y la transmisión, se recomienda usar ropa larga de colores claros para facilitar la detección de garrapatas y aplicar repelente en áreas expuestas. Es fundamental revisarse el cuerpo al volver de zonas rurales, especialmente la nuca, detrás de las orejas y los pliegues, manteniendo este control hasta cuatro días después de la exposición.

Si se encuentra una garrapata adherida, la técnica de retiro es clave: se debe usar una pinza de depilar, sujetar al animal desde la cabeza y extraerlo lentamente, sin estirar bruscamente ni quemarla, para evitar que se rompa y disperse la bacteria sobre la piel.