Recordamos cuando la Cena Blanca en Jujuy costaba 68 pesitos
El único año en que no se hizo el evento, fue el 2020 por la pandemia, además, hay que pensar en ropa, calzado, peinado y más.
La Cena Blanca, uno de los eventos más emblemáticos para los egresados jujeños, atraviesa un escenario en el que los costos avanzaron mucho más rápido que las posibilidades de muchas familias. En menos de 20 años, el valor de la tarjeta pasó de apenas 68 pesos a los 60 mil que se pagan actualmente. El único año en que la celebración no se realizó fue en 2020, por la pandemia, pero desde la reanudación el aumento fue constante y hoy resulta un gasto difícil de afrontar para numerosos hogares. A esto se suma todo lo que rodea a la fiesta: ropa, peinado, maquillaje, calzado y traslado, una suma que termina volviéndose insostenible para algunos padres.
Este incremento exponencial se da en un contexto donde cada peso cuenta y donde las familias deben evaluar con cuidado cada gasto vinculado al último año escolar. Además de la tarjeta, aparecen otras obligaciones económicas como la campera de la promo, los viajes, las sesiones de fotos y los eventos previos que suelen organizar los cursos. Para muchos padres, lo que debería ser un cierre simbólico y emotivo del ciclo secundario se transforma en un desafío económico que genera estrés y preocupación.
Entre los comentarios que circulan, una vecina expuso un sentimiento que comparten varios: "Siempre lo digo, al papá del egresado le saca una banda. Que la campera de la promo, que el viaje, que la Cena Blanca, que el traje. Yo a mis 15 ya no les pedía plata a mis viejos, así que solo pagué la cena y el traje. El traje se vuelve a usar y las camperas son horribles, encima son solo para darle promoción al colegio. El viaje estaba por sobreprecio, etc." Este tipo de opiniones refleja el malestar por los costos acumulados y la percepción de que algunos gastos no se justifican.
A pesar de las críticas, la Cena Blanca continúa siendo un hito emocional para los estudiantes, un ritual que simboliza el cierre de una etapa. Sin embargo, el aumento sostenido de los precios abre nuevamente el debate sobre cómo hacer para que la celebración siga siendo accesible y no se convierta en un lujo al alcance de pocos. La tradición está arraigada, pero la realidad económica exige repensarla para que todos los egresados puedan vivirla sin que sus familias deban endeudarse o resignar necesidades básicas.


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